lunes, 18 de abril de 2011

Nunca olvides sonreír 5.

``Por la tarde quedé con Iris, y que Dorian y yo decidimos quedar el domingo, nos iríamos a comer al lago y estaríamos todo el día allí, íbamos a empezar de nuevo, como si lo acabáramos de descubrir.
Iris y yo, nos llevábamos muy bien, ese día fuimos de compras, había sido una semana dura, con muchos exámenes, necesitábamos relajarnos.
-Por cierto Sofía, ¿Dónde estuviste ayer? Me pasé por tu casa, pero no estabas.
-Ah! Ayer, bueno es que así a dar una vuelta por el lago.
-Que rara estás últimamente, ¿No tienes nada que contarme?
-¡Qué va! Es que los exámenes no me sientan nada bien y estaba muy nerviosa, entonces cogí y me fui a que me diera el aire.-No me sentía bien mintiéndole, pero no podía defraudar a Dorian, él había confiado en mí y yo tenía que devolvérselo.
Al final de la tarde fuimos a mi casa y estuvimos hablando de todo un poco, me fijé que las conversaciones con Iris eran muy divertidas, pero hubo un instante, en el que tuve nostalgia, al recordar las conversaciones tan interesantes, que tenía con Dorian, él iba a ser un buen amigo. Y el hecho de que hubiera confiado en mí, para algo tan importante como ese secreto hacía que naciera entre nosotros una unión, que nadie podría romper.´´

Acababa de salir de clase e iba a ir a mi casa cuando de repente, un chico me paró por la calle.
-Perdona-Dijo desesperado-has visto a un pastor alemán, es un cachorro.
Justo cuando le iba a contestar, miré hacía el parque y allí estaba, corriendo crucé la calle y lo perseguí hasta cogerlo.
Exhausta, me senté en el césped cogiendo al travieso cachorro, que empezó a jugar con mis cordones.
-Muchas gracias, ¿Cómo te puedo recompensar?
-No hace falta de verdad, ha sido pura casualidad.
-¿Tienes algo que hacer ahora?
-No, pero no hace…-Y antes de que terminara la frase, nos dirigíamos a una cafetería.
-¿Cómo te llamas? Yo soy Lucas, encantado.
-Mi nombre es Léa, pero no tienes porque recompensarme, cualquiera hubiese hecho lo mismo.
-No te creas, ha habido unas cuantas personas que han pasado de mí.
-Pues no lo entiendo, tenemos mucho tiempo para hacer de todo, ¿Por qué no somos capaces de ayudar a alguien que lo necesita?
-Pienso igual que tú, pero la gente es así, lo único que podemos hacer es ser diferentes, aunque los demás no se den cuenta.
-Sí eso hay que hacer, y no te preocupes se darán cuenta pero de lo que no han hecho otras personas por ellos y cuando piensen así, solo tienen que cambiar ellos.-Llegó el camarero.
-¿Qué van a tomar?
-Una coca-cola.
-Una fanta de limón-Dije.
-Sabes hay pocas personas que serían capaces de aceptar, ni siquiera insinuar, que lo que dices es la pura realidad.
-Hay que decir las cosas y punto, no se puede vivir engañado,  ¿De qué sirve?
-Es una forma de aceptar que el mundo es así y punto, son ignorantes y cerrados, demasiado dogmáticos.
-Pues sí, está bien ser más abierto, ver más perspectivas.
-Por cierto, ¿tú tienes mascota?
-Sí, tengo un labrador rubio, se llama Toby y tiene unos dos meses.
-Pues cuando quieras los podemos pasear juntos.
-Me encantaría, por lo menos, podríamos hablar de cosas importantes y temas que algún día podremos enseñar a alguien con ellos.
-Jajaja, por supuesto, ¿Tu donde vives? Yo cerca del lago.
-Pues entonces vivimos cerca, yo vivo al lado del parque Tasman.
-Pues entonces mejor seguramente nos veamos por allí.
Estuvimos hablando un buen rato, que día más raro, no me había pasado nunca eso, pero estuvo muy bien, había conocido a alguien que se parecía a mí, y me alegraba que no todo el mundo fuera un ignorantes y que hubiera personas como Lucas, que además tenía mi edad y no se dejaba llevar por los demás, que eso era algo que yo tenía que hacer a menudo, y por eso no era muy popular, ni tenñia muchos amigos, pero los que eran mis amigos, valían más, que todos los demás.


``Ya había pasado una semana desde que Dorian y yo empezamos a investigar, no habíamos encontrado nada, pero poco a poco avanzaríamos, o eso pensábamos, aún así teníamos muchas esperanzas.
Era domingo y estábamos en la barca dirigiéndonos a  nuestro lugar secreto.
-Oye Dorian, ¿Cómo es que no te juntas con nadie en el instituto?
-Pues es que llevo muchos años mudándome de un sitio a otro y se me quitan las ganas de hacer amigos, para luego perderlos de nuevo. Y tú no sé, cuando te vi, dije ella me ayudará.
-Y acertaste, pero no pienses así, no hay nada peor que la soledad y no te la mereces, eres alguien que tiene mucho que aportar al mundo.
-Sabes tú sí que tienes que enseñar al mundo-No lo entendía, no sabía en que se basaba esa relación, sólo, sabía que era especial y que no quería que desapareciera nunca, que ya se había adaptado a mi día a día, que ya era alguien importante y que cada vez que lo veía, mi corazón latía más rápido ¿Qué era lo que sentía? Era algo extraño pero bonito, que daba miedo, pero a la vez una sensación de alivio, de libertad, un sentimiento exótico.
Ese día cuando volvíamos a nuestras casas, pasamos por el parque y nos sentamos en los balancines. Cuando el sol comenzó a esconderse, Dorian se acercó, delicadamente puso mi cara entre sus manos, primero me besó en la mejilla, después se fue acercando a mis labios, yo me sentía atraída, confusa, sentía mariposas en el estómago y me abrumaba una sensación tan extraña pero a la vez tan bella.
-Perdona-Dijo Dorian.
-No te tengo que perdonar, te has dejado llevar por algo, algo que yo también siento. Y tú has sido valiente y…-No me dejó terminar y me volvió a besar, otra vez esa sensación recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies, era un cosquilleo que me erizaba la piel, pero me hacía sentir muy bien.
-Sofía, me encantas, desde que vi ese brillo en tus ojos, esa forma de ver la vida, esa chica dulce que me sonreía en cada clase, que se quedaba en mi memoria grabada a todas horas, que me ha ayudado tantas veces, sin yo mismo saberlo.´´

Ese jueves salí de casa de mi abuela y me dirigí al parque, allí estaba Marcos, con esa sonrisa que expresaba alegría y tristeza al mismo tiempo.
-Hola-Le di dos besos en la mejilla, ¿Qué tal la semana?
-Pues bien, no me ha pasado nada especial, ¿Y a ti como te ha ido?-Dijo marcos.
-Muy bien, el otro día conocí a un muchacho, se le acababa de escapar su perro y al final lo encontré y me invitó a un refresco.
-Que bien, me tendrás que presentar a ese muchacho.
Por supuesto abuelo, cuando quieras-Miré al frente y me fijé en que venía hacia mí un pequeño cachorro, se acercó y empezó a morderme los cordones, sí lo conocía y allí estaba el perro al que había salvado hacía unos días.
-Mira, parece que ahí está tu amigo-Me dijo Marcos, era muy inteligente, yo no había icho nada y él ya sabía que ese era el muchacho del que yo hablaba. Cuando Lucas se acercó, Marcos me dijo-Ya me lo presentarás más adelante, me acabo de acordar de que tengo que hacer unas tareas, cuídate pequeña.
De repente la tarde se había vuelto más cálida aún, el cielo se volvió más naranja y Lucas y yo no parábamos de reírnos y hablar de todo tipo de cosas.
-Un día tenemos que ir al lago juntos.-Dije.
-Pues sí, estaría bien, eso sí, nada de animales.
-Jajaja, tienes razón.
-Oye, ¿Tienes hora?
-Sí, las nueve y media.
-¿Sí? Ya me tengo que ir-Se levanto y se despidió con un beso.
-Ya nos veremos por aquí Léa, ¡Un beso y cuídate!
-Vale, hasta pronto.-No se que tenía ese muchacho, pero yo, que había llegado a la conclusión de que el amor no estaba dispuesto a entrar en mi corazón, que era algo que huía de mí. Esto estaba cambiando, yo estaba asustada, ya me había pasado varias veces y había salido mal y no quería que sucediera más, porque lo único que sentía era más frustración cuando las cosas no salían bien. Pero bueno, no me iba a calentar mucho la cabeza, si algo había aprendido, era que eso no servía para nada.

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