miércoles, 6 de abril de 2011

Nunca olvides sonreír 3

``No sé como explicártelo, probablemente, no te lo creas, pero de verdad, no es una broma, todo esto me lo enseñó mi abuelo y yo no dudo de su palabra. Mi abuelo se crió en este lago y conocía todos los rincones que hay en él. Un día cuando descubrió este lugar, se dio cuenta de que había en él algo mágico y especial, estuvo mucho tiempo volviendo aquí, para descubrir que ocurría, un día encontró algo- de repente se calló, me miró a los ojos, no se que tenía, pero con su mirada me decía todo, él tenía un secreto, que estaba dispuesto a revelarme, que me iba a decir en ese momento.
-Continua, no te preocupes sea lo que sea, no le diré nada a nadie-parece que se tranquilizó y continuó hablando.
-Bueno pues lo que descubrió es esto-dio un silbido muy peculiar, después de unos segundos, me di cuenta de que había algo en el agua, me acerqué y ahí estaba.
-Pero, esto no es un delfín o algo así, que hace en un lago.
-Te equivocas, parece un delfín, pero no lo es, mi abuelo lo descubrió e investigó mucho sobre todos los mamíferos de mar, no hay ninguno con estas características.
-Pero y por qué no se lo dices a alguien, tal vez, algún experto te podría ayudar.
-No, eso no lo haré, no te das cuenta de que lo único que harían sería hacerle daño, someterle a experimentos y pruebas, él vive aquí feliz, yo vengo a visitarlo y pesco algunos peces para él.
Después de explicarme todo, volvimos a nuestras casas, este fue el principio de la magia, el principio del gran secreto de mi vida. ’’


-Hola.
-Hola, abuela-era jueves, mi día preferido de la semana, últimamente las historias de mi abuela, estaban cada vez más interesantes.
-¿Qué tal te ha ido la semana?
-Bien ¿Y a ti?
-Bien también, por cierto me ha dicho tu madre que tienes un perro, ¿Cómo la convenciste?
-Jajaja, me costó la verdad, pero lo conseguí, por cierto abuela, tengo que decirte algo, mi madre no está nada bien desde ese acontecimiento, desde ese día, desde ese instante, en el que el tiempo se paró y parece que se quedó viviendo en ese momento y aún sigue allí.
-Carolina, en eso ya me había fijado, pero no te preocupes, necesita tiempo, bastante tiempo, no puedes hacer más de lo que haces, aunque parezca que no, ella va mejorando, pero eso no se cura de la noche a la mañana.
-Tienes toda la razón, tendré paciencia, no la atosigaré e intentaré no recordarle eso, ya hace casi un año y bueno en realidad es relativamente poco tiempo- me acerqué a mi abuela y le di un abrazo, tenía mucha suerte de tenerla, era una persona muy especial, me aportaba tranquilidad, paciencia y mucho cariño, yo sabía que  quería llegar a ser una persona así, como ella.



``A la mañana siguiente, cuando desperté pensé que había soñado lo que ocurrió la tarde anterior, pero al ver los zapatos sucios, manchados de barro, me di cuenta de que aquello era muy real y que me estaba pasando algo sorprendente, tan sorprendente que no podía revelárselo a nadie.
Era sábado, pero aún así me desperté pronto, hice los deberes y desayuné. Después cogí una mochila, metí dentro unas galletas, una botella de agua, una libreta y un lápiz. Le dije a mi madre que volvería para la hora de comer, que iba a hacer un trabajo, a paso ligero llegué a la cala donde Dorian y yo estuvimos la tarde anterior, pero no estaba la barca, así que decidí ir a llamar a Dorian, vivía en una casa muy grande, estaba rodeada de las tierras que también tenía su familia y tenía varios caballos. Llamé a la puerta, pero como nadie contestó, así que rodeé la casa y me acerqué a las cuadras, me asomé y ahí estaba Dorian.
-Hola.
-hola, ¿Cómo has entrado?
-Llamé a la puerta pero como nadie respondió, vine a las cuadras y aquí estoy.
¿Para qué has venido?
-Pues es que he ido a la cala, pero no estaba la barca y he decidido venir a buscarte.
-Pues no voy a poder ir, tal vez, esta tarde, es que tengo que practicar a montar a caballo y mis padres no me dejan.
-Bueno como quieras, por cierto ¿No puedo acompañarte? Es que le he dicho a mi madre que iba a hacer un trabajo y la verdad, no tengo a donde ir-me ayudó a montarme en su caballo, Trueno, era precioso de un color oscuro, pardo. Y después salimos de su casa y nos dirigimos hacia el bosque que había cerca del lago.
-Qué bonito es montar a caballo, nunca lo había hecho.
-Es otra de las pasiones que me inculcó mi abuelo, sabes le debo mucho. ´´

-Abuela, ¿Ya? Venga un poco más.
-Lo siento, pero estoy cansada y además tienes que irte ya.
Mientras estaba yendo hacia el parque me di cuenta de que sí, mi abuela me contaba historias, ¿Pero de donde las sacaba? ¿Eran reales o no? Todas estas preguntas desaparecieron cuando llegué al parque y vi que había alguien en mi banco, cuando me acerqué observe que era un anciano, me miró y me sonrió delicadamente.
-Hola-dije.
-Hola, hace buena tarde, ¿No crees?
-Sí, la verdad que es cálida, hoy el atardecer va a ser más hermoso de lo normal.
-Ojala que sí, ¿Vienes aquí mucho? Por cierto mi nombre es Marcos.
-Si, de hecho estoy aquí todos los jueves. Soy Léa, encantada-después de esto, estuvimos callados contemplando el atardecer, cuando el sol estaba tan bajo, que casi había desaparecido:
-Tengo que irme ya, mi madre me está esperando.
-Encantado de conocerte, espero que nos veamos pronto.
-Igualmente, hasta pronto.
No sé porque, pero no le conté a nadie la existencia de aquél anciano, Marcos, ni siquiera a mis amigos, fue extraño.

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